domingo, 17 de junio de 2012

Echo la mirada atrás y miro las Pirámides, la Esfinge, las Cariátides y el Partenón y no puedo dejar de sentir una profunda tristeza al pensar que tras esas maravillosas construcciones existían dos grandes culturas, cunas de la civilización actual, y me pregunto que ha sido de sus hombres sabios, arquitectos, filósofos, médicos.

De que nos sirve la sabiduría si no sabemos manejarla, si cuanto más sabemos más nos separamos de lo que realmente somos. No hemos aprendido nada. El hombre moderno está sumido en la pobreza, la enfermedad y la guerra. Ha perdido el contacto con quién realmente es y sólo a través del colapso personal e individual puede llegar a la comprensión de que lo que ve fuera es lo que hay en su interior y de que realmente no estamos separados unos de otros.

Sólo así se llegará a la comprensión de que la sabiduría está en nuestro interior y no es algo privado y personal es algo que se expande a medida que la comprensión nos permite tomar conciencia, aunque sea por un instante, de nuestra verdadera realidad.

Esta mirada al pasado lejano sólo sirve para recordar que nada permanece, que todo se transforma y que aquello de lo que hoy estamos tan seguros y es tan importante para nosotros, en cualquier momento puede cambiar sin que podamos hacer nada. Todo tiene un propósito que está mucho más allá de la mente.

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