sábado, 21 de abril de 2012

En una meditación colectiva a través de internet con Matias de Stefano desde
el Golfo Pérsico en el Estrecho de Ormuz me conecto con la energía del
lugar, sin pensar que es un lugar de "eterno" conflicto y sin querer , sintonizo
con seres de otros planetas, delfines y ángeles mientras la lágrimas recorren
mis mejillas.

A mi memoria acuden escenas sumerias, templos piramidales, y el jardín del
Edén pero sobre todo un intenso dolor en el corazón, fruto de la memoria
celular encapsulada que cada día  va aflorando, limpiando mi ser y hoy en
Ormuz la red planetaria del lugar ha recibido el amor incondicional que sana
las heridas no sólo del hombre, sino de la Tierra, trascendiendo el dolor y
trasmutando la energía de conflicto.

Finalmente, la calma y la quietud de la tarde dan forma a estas palabras para
expresar el inmenso amor que siento por el planeta y todos los seres vivos
que lo habitan: personas, animales, vegetales y minerales con el aliento de
de la Conciencia Infinita de la yo también soy un fragmento.                

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